Descubriendo el Barrio de Bodegas de Quel
Todo empezó una mañana de mayo, cuando recibimos un email de un tal Roberto Herce. El mensaje decía algo como creo que esto puede interesaros, y claro, ¿cómo no picarnos la curiosidad? Antes de llamarle, hice lo que cualquier ser humano en la era digital haría: investigué.
Y ahí fue cuando me topé con una charla de Roberto en el podcast Vino para Camaleones, dirigido por el crack de Ferran Pacheco, donde siempre se habla de vino, pero desde un enfoque fresco y diferente, vino bajo en tonterías.
En esa charla, Roberto hablaba muy animado, pero no era solo lo que decía, sino cómo lo decía. Tenía una pasión que te atrapaba desde el minuto uno, sobre todo cuando empezó a hablar del Barrio de Bodegas de Quel, un rincón fascinante en La Rioja Baja que, sinceramente, ni sabíamos que existía.
Resulta que este barrio tiene una historia increíble. En su momento habían más de 350 bodegas excavadas en un pequeño cerro en el margen derecho del río Cidacos.
No pasó mucho tiempo hasta que cogí el teléfono y lo llamé. Y si en el podcast ya me tenía enganchada, al hablar con él directamente me ganó por completo.
Roberto no solo sabe de vino, ¡vive el vino! Nos habló con la misma energía sobre este barrio y nos convencimos de que teníamos que conocerlos a ambos, tanto a Roberto como al barrio de bodegas, en persona.
Unos meses después, aprovechando un viaje que teníamos planeado a La Rioja, hicimos una escapada a Quel. Allí estaba él, junto a un grupo de gente súper maja, listo para guiarnos en una visita por el barrio de bodegas. Fue una experiencia de esas que no esperas.
Roberto nos contó con sencillez y un conocimiento asombroso la historia de este lugar y cómo el vino ha sido parte fundamental de su cultura.
Estas bodegas forman parte de lo que se conoce como barrios de bodegas, que surgieron hace siglos como una solución práctica para las familias que cultivaban viñedos.
El vino necesitaba un lugar fresco para almacenarse, y ¿qué mejor que excavar directamente en un cerro? Así nacieron estos barrios, normalmente ubicados en las laderas de los pueblos, aprovechando el terreno.
Las bodegas eran auténticas obras de ingenieras de la época. Tenían una parte exterior, donde se pisaba la uva, y en la parte subterránea el vino se almacenaba y fermentaba. Aunque ya no se usan tanto para hacer vino, siguen conservando su estructura original, lo que las convierte en verdaderos testigos del tiempo.
En la Rioja Baja, allá por los años 50, las bodegas cooperativas empezaron a llevar la batuta en la producción y comercialización del vino, lo que hizo que las bodegas familiares tradicionales comenzaran a perder protagonismo. Pero, muchas de esas bodegas siguen en pie hoy en día.
Eso sí, han cambiado un poco de uso: ahora son más merenderos (txokos) donde la gente se junta a pasar buenos ratos, o incluso se han convertido en viviendas, aunque mantienen su esencia original.
Y aquí entra Roberto, que sueña con devolverles su antiguo esplendor. Su misión es recuperar la elaboración de vino en estas bodegas tradicionales, tal y como lo hacían sus antepasados. Para él, no se trata sólo de preservar un patrimonio arquitectónico, sino de revivir una tradición que forma parte del alma de la región. Así que, mientras hoy en día se disfrutan como merenderos, Roberto está decidido a que pronto vuelvan a llenarse de uvas pisadas, trayendo de vuelta esa magia que solo el vino sabe dar.
Después de la visita, nos organizó una cata de los vinos que él mismo produce, por diversión, como dice. Y no, no fue una de esas catas técnicas donde te hablan del tanino y la capa hasta aburrir. Esto fue una cata DISFRUTONA. Charlamos, bebimos, reímos, comimos y el tiempo voló. Sin darnos cuenta, ya estábamos todos tan a gusto que parecía que nos conocíamos de toda la vida. ¡El vino y la magia de compartirlo! Si algo es el vino, es social.
Una de las cosas que más me impresionó es que Roberto, junto con otras familias del barrio, están luchando por poner en valor este tesoro. Aunque hoy en día se enseña el barrio a todo aquel que tenga interés, quieren convertirlo en algo más permanente y accesible para todos. Si tienes la oportunidad, no dudes en visitar el Barrio de Bodegas de Quel.
Hoy en día, aunque el vino ya no se elabore como antes en estos barrios de bodegas, gracias al interés de Roberto, no está todo dicho. Quizá muy pronto volvamos a ver cómo estas bodegas retoman su papel histórico y vuelven a hacer lo que mejor saben: vino.