Cuando hablamos de enoturismo, a menudo cometemos el error de pensar que estamos ante una tendencia reciente, una moda contemporánea impulsada por el creciente fervor por el vino. Sin embargo, la verdad es que las visitas a bodegas tienen sus raíces en el pasado, con registros que nos transportan a la antigua Grecia y Roma, donde ya se organizaban viajes dedicados al vino.
Esta falsa impresión de que el enoturismo es algo ‘nuevo’ puede atribuirse a la influencia de los medios de comunicación, las redes sociales, el surgimiento de empresas especializadas… así como a las nuevas regulaciones gubernamentales que han dado forma a esta experiencia. A pesar de todo, el interés por el vino y la fascinación por los procesos de elaboración tienen profundas raíces históricas.
En España, hay bodegas que guardan documentos centenarios, como libros de firmas que testifican el interés que suscitaba el mundo del vino, especialmente la bodega, en el siglo XIX. Monarcas como la Emperatriz Eugenia de Montijo, Isabel II y Alfonso XIII dejaron sus huellas en bodegas como Alvear, González Byass y Bodegas Codorniu, entre otras.
El pasado histórico también revela la existencia de numerosos eventos, exposiciones, congresos y reuniones científicas que tenían lugar en bodegas españolas desde el siglo XIX, algunos de ellos con carácter internacional. Sin embargo, estos eventos eran limitados en número, y la clientela pertenecía mayormente a las clases sociales acomodadas.
Es crucial destacar que, en comparación con otros países europeos, el desarrollo del enoturismo en España fue más lento. En 2015, España recibió 2.4 millones de enoturistas, en contraste con los 15 millones que visitaron Francia anualmente por motivos vinícolas. Italia, por otro lado, acogía 1.3 millones de visitantes en un solo día, durante la celebración del Día del Enoturismo.
Podríamos decir que el primer turista del vino fue James Busby, un británico que, en el primer tercio del siglo XIX, recorrió las bodegas y viñas jerezanas. En la misma época, Richard Ford, un viajero destacado, elogió los vinos españoles en su obra ‘Manual de viajeros sobre España’. Otras contribuciones importantes provinieron de escritores como George Borrow y Joaquín Belda, quienes exploraron las bodegas españolas en el siglo XIX y 1927, respectivamente.
En aquellos tiempos, se publicaban guías en Gran Bretaña que animaban a los viajeros a seguir rutas panorámicas en busca de conocimiento, humanismo o belleza. Estos exploradores, turistas románticos, de alguna manera recordaban a los peregrinos de la Edad Media, que buscaban conocimiento y nuevas sensaciones en su camino de monasterio en monasterio.
Concluyendo, el enoturismo no es una creación moderna, sino una tradición milenaria que ha evolucionado con el tiempo. En Enolovers, celebramos esta rica historia y te invitamos a unirte a nosotros para descubrir las maravillas del enoturismo en España, donde cada botella cuenta una historia y cada bodega es un capítulo en el fascinante libro del vino. ¡Embárcate en esta aventura con nosotros y descarga ya nuestra app!